‘AMADEUS’ con texto de Peter Shaffer, versión de Fernando Masllorens y FedericoGonzález del Pino, dirección de Javier Daulte y producción de Pablo Kompel, Eloisa Canton y Bruno Pedemonti, nuevamente se instaló en Buenos Aires, pero en esta oportunidad (30 años después) con Oscar Martínez personificando a Antonio Salieri y Rodrigo de la Serna a Mozart, en una trama de envidia y rencor que los pasea por la locura y otros cuantos planteos filosóficos, junto a un elenco de 11 actores, en el nuevo Teatro Metropolitan Citi, en Av. Corrientes 1343, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires adquirido por el Grupo La Plaza.
La película ‘Amadeus’ fue una de las que más premios Oscars obtuvo en la década de los ’80 por el preciosismo de su realización, mientras que la obra teatral ‘Amadeus’ que subió a escena en el Teatro Liceo en 1983, con Oscar Martínez en el papel de Mozart, logró un notable éxito de taquilla y crítica.
La obra estrenada en Londres en 1979, cuenta el drama de Antonio Salieri (1750-1825) -un compositor italiano de la Corte del Emperador Austríaco Joseph II que rivalizó con Mozart (1756-1791)- convencido de haber provocado la muerte por envenenamiento del genio de Salzburgo, al que había odiado con pasión. Antonio Salieri cree que la música de Mozart es divina y desea desesperadamente ser tan brillante como él para complacer a Dios.
Sin embargo Salieri sufre silenciosamente porque no logra entender cuál es la extraña razón por la cual el supremo creador eligió a una criatura tan infantil y vulgar como su instrumento en la Tierra. La envidia de Salieri, los egos, los manejos con la masonería vienesa donde el poder se canjea y la hipocresía moral en el vínculo con las mujeres, lo lleva a rechazar a Dios y decide vengarse. Para ello utiliza distintas estratagemas para quitarse de encima al genial Mozart.
Justamente, la historia comienza en 1823 cuando el anciano y amargado Salieri rememora sus encuentros y duelos con el genial compositor e intenta cortarse el cuello mientras ruega clemencia por haber asesinado a Mozart en 1791.
‘AMADEUS’ explora sin concesiones el conflicto universal entre el virtuosismo logrado a través del esfuerzo sistemático versus la pura genialidad, al mismo tiempo que es una celebración del talento excepcional de Mozart y su música. Pero también es una obra que nos obliga a mirarnos a los ojos, a cada uno de nosotros, que no somos afortunados ni “maldecidos” (como Mozart) por la vara de la genialidad. ‘AMADEUS’ analiza con compasión, humor e ingenio cuan desesperadamente comunes somos, sea cual fuera el talento que cada uno crea tener, mostrándonos que sólo los verdaderos genios logran trascender y cambiar al mundo.
Después de destacar las excelentes interpretaciones de Rodrigo de la Serna por su impecable Mozart y el de Oscar Martínez en el papel de Salieri, que con las mismas dosis de admiración y envidia logra conducir astutamente a Mozart hacia un espiral de locura, enfermedad y, finalmente, su muerte, merecen un párrafo especial la fantástica y y sorprendente escenografía de Alberto Negrín, que aprovecha la ancha boca del escenario haciéndola funcionar como una gran jaula que cede algunos flancos para entradas y salidas y la iluminación de Albert Faura.
El elenco de ‘AMADEUS’ se completa con Veronica Pelaccini (Constance); Gerardo Chendo y Guido Botto Fiora (Venticelli), Jorge Priano (Emperador), Juan Carrasco (Rosenberg), Leon Bara (Van Switten), Diego Jaraz (Von Strack), Paula Trucchi (Teresa Salieri) y Ana Fontan (Katherina Cavalieri).
"Amadeus" se presenta en el teatro Metropolitan Citi, Corrientes 1343, C.A.B.A., los jueves y domingos 20.30 hs., viernes a las 21 y sábados 20 y 22.30 hs.
Entradas desde: $150. En venta en el teatro o por www.plateanet.com 5236-3000
La obra está bien traducida y adaptada. La música, la escenografía y el vestuario correctos. Oscar Martínez me pareció BRILLANTE. Por lo demás, me pareció excesivo el amaneramiento de los personajes masculinos. No es una obra cómica, donde el ingrediente "gay" deba sobresalir, por decirlo de alguna manera. En general, los actores se destacan más en los momentos dramáticos, y no en ciertas gesticulaciones propias de un obra revisteril, donde el pública necesite reírse.
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